martes, octubre 13

El empleado Capricornio

Eche usted un vistazo por su oficina, a ver si puede distinguirle. Es trampa buscar en las fichas del personal el día del nacimiento. No vale la pena que se fije en ese tipo original y creativo, de abundantes patillas y que lleva un collar de dientes de ciervo. También puede tachar al arrogante que se jacta de sus recorridos por los bares y sus conquistas a la luz de la luna. Ninguno de ellos es saturnino.

George, tan alegre, y que mantiene a sus compañeros en un estado de pánico perpetuo con sus no muy oportunas bromas, decididamente no es Capricornio, como tampoco Louie, con su lengua incansable y sus ideas geniales; menos aún el nuevo gerente de ventas, que usa corbata ancha de seda de color naranja y siempre está tarareando alguna canción en las reuniones de vendedores.

¿Qué le parece ese muchacho atareado y de modales reservados, que usa tirantes y se peina con raya en medio? Si, el que lleva calcetines grises y tiene sobre el escritorio una fotografía de la familia en un marco de piel de avestruz. Por lo general llega unos minutos antes de hora y se va unos minutos después. Tiene la cabeza firmemente asegurada sobre los hombros, y a sus lápices nunca les falta punta. El personal le llama “señor”, los clientes le llaman “señor”, y usted le llama cuando hay algún problema. Es Capricornio, claro.

¿A quién mas podría usted cargarle una pila de trabajo que haría tambalear a un caballo, si no es a la Cabra? Cuando las cosas se complican v se desorganizan, él es la válvula de seguridad en quien puede usted confiar, y eso sin hacer ningún ruido. Dudo que alguna vez entre como una tromba en su despacho; la Cabra entra caminando, y es probable que primero pregunte si está usted ocupado. Conservador en su manera de vestir y en sus modales, es el único entre sus empleados a quien jamás la lluvia sorprende sin paraguas. No será él quien pierda la cartera en el metro ni olvide los sándwiches en alguna parte. ¿Los sándwiches? Naturalmente. ¿Qué creía usted que llevaba en esa bolsa de papel marrón? Los restaurantes son caros, y además, a él no le gusta dar propinas y moverse entre multitudes.

La última vez que vio usted una brillante sonrisa de anuncio de pasta dentífrica debió de ser cuando su secretaria comentó que no sabía cómo se las arreglarían sin él en la oficina. Capricornio no es de los que sonríen, ni tampoco de los frívolos y tontos. Tal vez haga alguna que otra broma, en su estilo retorcido y seco, o eche una miradita discreta a una muchacha bonita, pero Saturno jamás le permitirá que levante todas las barreras. La mayoría de las veces, la Cabra se ocupa de sus asuntos; muestra mas inclinación a fruncir el ceño ante el regocijo despreocupado de los alegres extrovertidos que a sumarse al jolgorio, aunque su propia modalidad de humor cínico puede ser hilarante. Cuando está en forma, es difícil superar a la Cabra.

Tendrá usted que admitir que tiene sus ventajas, y bien valiosas. Encomiéndele a él que se enfrente con el desagradable y desconfiado inspector de Hacienda. Cuando Capricornio termine con él, ya no se mostrará tan desconfiado, y bastante menos desagradable; hasta es posible que esté cortés y respetuoso. No cualquiera puede intimidar de esa manera a un hombre de Impuestos. ¿Recuerda a aquel personaje prepotente que quería venderle cintas de máquina perfumadas por valor de varios centenares de dólares, para levantar la moral de las secretarias y dactilógrafas? Después de haber hablado dos minutos con su empleado Capricornio, el pobre diablo, con el aspecto de un suflé aplastado, estaba llamando al ascensor para bajar.

De alguna manera, uno tiene la impresión de que el empleado Capricornio está destinado a subir mucho en la vida, pero es difícil entender como lo consigue, ya que no hay en él nada de agresivo ni de manifiestamente ambicioso. No es un trepador relumbrante y despiadado. Digámoslo mejor: no es un trepador relumbrante. A su manera, calma y no demasiado visible, la Cabra está fríamente decidida a llegar a su meta. Quienes le impidan progresar o traten de imponérsele comprobarán que no es ningún tonto: Capricornio acepta sus responsabilidades sin quejas ni resentimiento, pero no se deja llevar por delante. Cuando alguno de ellos tiene influencias planetarias adversas en su carta natal, puede ser sorprendentemente cruel y despiadado, pero la Cabra típica se limita a gruñir a la gente y a mirarlos mal cuando le tocan los cuernos.

Por si tiene usted en su oficina alguno de los que son la excepción de la regla, será mejor que le hable de un Capricornio que conocí, que trabajaba en una cafetería. Debía de tener ascendente Leo, o tal vez cuando el nació la Luna estuviera en Géminis o en Aries. Nuestro amigo usaba carísimos zapatos italianos y enormes gemelos en los puños de la camisa. En una semana, hacia más conquistas amorosas que otros hombres en toda su vida... o por lo menos, eso decía. Le encantaba contar cuentos subidos de tono, y cuando no estaba flirteando con las clientas o impresionando a todo el mundo con su recio porte viril, estaba ideando planes fantasiosos y ascensos descabellados. La mayoría de quienes lo conocían jamás habrían dicho que era Capricornio, pero era cuestión de mirarle con un poco mas de atención y escucharle con mas cuidado.

Pese a sus desaforados amoríos, cuando llamaba por teléfono a su novia lo hacía con tono tierno y protector. Un hombre que se hubiera atrevido a usar lenguaje rudo en presencia de ella no lo habría intentado dos veces; Capricornio aclaraba que ella era una dama. Con sus padres era sumiso y respetuoso, y a cualquiera que pasara de los cincuenta años le trataba con una cortesía lindante en la reverencia. Con los niños era tan dulce como una madre de Whistler. Ante las personas famosas y poderosas se convertía en un humilde admirador. Constantemente estaba contando a conocidos y desconocidos que una vez había viajado en avión sentado junto a una encantadora actriz de cine, o evocando la ocasión en que le invitaron a una recepción en la mansión del Gobernador. Todo lo que compraba. Incluso los zapatos italianos, lo compraba al por mayor. Ganaba sin discusiones el primer premio a quien daba menos propinas en la ciudad, y jamás gastaría un dólar allí donde pudiera ahorrarse un centavo. En otras palabras, por debajo de la fachada ostentosa se destacaba una naturaleza típicamente saturnina. Esa Cabra, aparentemente agresiva y extrovertida, se sonrojaba ante un cumplido, y se mostraba dolorosamente tímida ante cualquiera que le pareciera ocupar un lugar de privilegio. Si necesita usted mas pruebas de que era un autentico Capricornio, pues le diré que terminó por comprar la cadena de cafeterías. Y de paso, no arriesgo su propio dinero en esa temeraria operación, sino el de otra persona.

El típico empleado Capricornio es escrupuloso casi hasta la exageración. Si comete una equivocación o un error de juicio, se siente desdichado. Fracasar en su trabajo le deprime. Si usted le necesita, volverá a la oficina a trabajar horas extras, pero no le gustara que le hagan perder la ocasión de cenar en casa, con su familia, demasiadas veces. La Cabra prefiere atender primero a sus responsabilidades domesticas y regresar después a la noria si es necesario. No será frecuente que cambie de trabajo- su meta está decidida desde muy pronto, y la perseguirá con inflexible persistencia. No tiene imprecisiones ni indecisión respecto al futuro, y jamás deja que la bruma de sueños fantasiosos y deseos sentimentales le impida ver la cima de la montaña. Los títulos, por lo general, no le conmueven. Él no anda en pos de la gloria; busca la autentica situación de poder: quiere ser el que guarda la fortaleza en tanto que los individualistas y grandes idealistas salen a cazar mariposas. No necesita ver en la puerta su nombre en letras de oro, para sentirse importante. Pero no deje usted de aumentar sus responsabilidades a intervalos razonables, y asegúrese de que le paga lo suficiente para que pueda mantener dignamente las apariencias ante el mundo. Capricornio tiene que vivir en el barrio adecuado, mandar a sus hijos a la escuela que corresponde y ver que su mujer se viste con más gusto que las amigas, y para eso hace falta dinero. La Cabra rumiará alegremente pedazos de cuero, de acero o bombillas de luz quemadas, con tal de ganarse el postre de un número sustancial de billetes grandes, amen del caviar de la distinción social. Es posible que, después de los miembros de su familia, su amigo más íntimo sea el director del banco.

Para trepar a la montaña que le interesa, su empleada Capricornio seguirá el mismo sistema que los varones de su signo. Nada la apartará de su decisión de alcanzar un puesto de autoridad en la empresa, o de casarse con el jefe. Cual de las dos alternativas puede seguir no tiene mayor importancia, mientras ella salga adelante. Es una mujer que no irá a trabajar con pestañas postizas ni brazaletes tintineantes, y a la que nunca encontrará usted devanando sueños en su escritorio. Una Cabra de su sexo es toda una dama, que no levanta la voz al hablar ni se complace en habladurías. Para ella hay cosas más importantes que quien tiene una aventura con quien o que dijo la telefonista cuando la dactilógrafa llegó tarde del almuerzo. Pasadas las horas de oficina, es posible que muestre un poco mas de curiosidad. A veces, la mujer de Saturno vive, por interpósita persona, de los detalles de ajenos romances, pero es raro que se permita hablar de esas cosas en el tiempo que corresponde a su trabajo. Es bastante lógico, pues es posible que algún día el jefe sea su marido. Y -justo es reconocerlo- hay otra razón. Todas las de su signo tienen gran sentido del deber, respeto por sus superiores y una íntima disciplina que las lleva a abstenerse de perder el tiempo en la oficina.

De uno u otro sexo, los empleados Capricornio son prácticos y ordenados. Les disgusta la gente que llega tarde al trabajo y que pierde el tiempo charlando. Detestan los métodos que no sean seguros o los procedimientos carentes de sentido común, y reorganizarán los sistemas de la oficina para tener la seguridad de que todo funciona con la debida eficiencia. No todos ellos son banqueros, maestros y tenedores de libros. También son excelentes investigadores, dentistas muy capaces, ingenieros y arquitectos brillantes, y se destacan en el comercio y en la política. Muchos son joyeros, ministros, gerentes de hotel, empresarios de pompas fúnebres, marchantes de arte o antropólogos, pero sea cual fuere la ocupación que elijan, se la toman en serio.

No olvide usted que la gente de Saturno tiene su aspecto creativo; tal vez su empleado Capricornio tenga algún hobby que le deje a usted sorprendido. Si es pintor aficionado, es posible que sea muy bueno. También puede ser músico, hacer incursiones por la escultura, vender propiedades, sacar partido de sus dotes de jardinero, cantar en un coro o trabajar en un teatro de aficionados. Su corazón está muy próximo a la cultura, y a la madre tierra también. Sus verdaderos amores son su familia, su hogar, su trabajo, el dinero, el prestigio, los libros, el arte y la música, en ese orden. Encargue usted a Aries, Leo, Géminis o Sagitario que se hagan responsables de los viajes que necesite la empresa: a Capricornio puede darle urticaria de solo ver una maleta. Y aunque la cosa no sea tan grave, preferirá tomar un tren antes que un avión. Y además, ¿quién va a mantener las cosas en orden mientras él no esté? Recuerde lo que sucedió el verano pasado, cuando la Cabra salio de vacaciones. Hubo alguien en la oficina que fue y encargo cuatro docenas de esas cintas perfumadas para las maquinas de escribir, para levantarles el ánimo a las secretarias.

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